Ribabellosa

Historia

En la actualidad Ribabellosa junto con los pueblos de Igai, Quintanilla, Manzanos, Melledes, y Ribaguda, conforman el Ayuntamiento de Ribera Baja, siendo Ribabellosa su capital. Ribera Baja está encuadrada en la Cuadrilla de Añana. En la antigüedad estos seis pueblos junto con el de Salcedo, conformaron la Hermandad de la Ribera, y formaba parte de la Cuadrilla de Zuya. Para hablar de esta localidad alavesa, merece la pena remontarnos al año 1.877, y transcribir lo que Ricardo Becerro de Bengoa, en su Libro de Álava comentaba sobre “Ribabellosa”: lugar doblemente célebre por un hecho histórico y otro científico. El primero fue la reunión de las Juntas Generales de Álava en 11 y 12 de octubre de 1.463, en la que se discutió y aprobó el famoso cuaderno de las Ordenanzas. En esta Junta de 1463 se aprobó el capitulado comprendido en el Cuaderno de Ordenanzas de la Hermandad, hecho de capital importancia en el proceso integrador de Álava y en la unificación de las tierras del actual territorio alavés. El segundo fue la realización del propósito que el eminente físico y sabio astrónomo Warren de la Rue, concibió en su observatorio inglés de Kew (Londres), de estudiar las protuberancias o llamas que se observaban alrededor del sol en los eclipses, para determinar si eran una ilusión óptica, o si pertenecían a la luna o al sol. Nos encontramos en una de las localidades más antiguas en cuanto a su pertenencia a la Provincia de Álava, y puede presumir que dos de sus calles están dedicadas a los dos primeros Diputados Generales que tuvo la Provincia: Lope Lope de Ayala (1476-1502) y Diego Martínez de Álava (1502-1533). En 1988, y coincidiendo con el 525 aniversario de las Juntas de 1.463, fue colocado en la Plaza Mayor de Ribabellosa un monolito recordando la efeméride.

Fotos

Fiestas

Celebra sus fiestas el 7 de octubre, día de Nuestra Señora del Rosario y el último domingo de agosto se celebra la fiesta de Acción de gracias

Patrimonio

RIBABELLOSA. ECLIPSE DE SOL DE 1.860

Nuevamente citamos a Ricardo Becerro de Bengoa sobre el eclipse de sol: Trasládose este ilustre hombre, Warren De La Rue, a Ribabellosa con ocasión del eclipse de 18 de Julio de 1.860, situó su observatorio en una altura inmediata, y allí, con su aparato foto-heliográfico, obtuvo magníficas pruebas fotográficas, que demostraron que dichas protuberancias de hidrógeno incandescente pertenecían al sol. El trabajo de Warren de la Rue no puede considerarse mera curiosidad científica. En aquella época se desarrollaban gran número de discusiones acerca de la naturaleza del Sol y fueron precisamente las técnicas de fotografía solar ideadas entre otros por Warren de la Rue, las que abrieron camino en el conocimiento de de la heliofísica, pudiendo demostrar su famosa teoría que del sol emanaban numerosas protuberancias de hidrógeno incandescente, siendo, además, en Ribabellosa de los primeros lugares donde se realizaron estas fotografías, junto con las realizadas por Angelo Secchi, director del Observatorio Romano, desde el parque natural del desierto de Las Palmas en Castellón. Entre los testigos, junto con los científicos de todo el mundo, se encontraron los vecinos, seguramente ascendientes de muchos de los pobladores de la actual Ribabellosa, quienes contemplaron seguramente con gran curiosidad la forma de desenvolverse con sus aparatos a esos científicos. Entre los que vivieron aquel acontecimiento podemos encontrar a un niño de casi ocho años de edad, Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurociencia, Premio Nobel de Medicina en 1.906, quien dejó escrita su vivencia de la que transcribimos algunos de sus párrafos: el eclipse de sol del año 60 había sido anunciado por los diarios y fue esperado por la gente con gran impaciencia. Muchas personas, protegiendo sus ojos con cristales ahumados, corrieron hacia colinas donde podían ver el eclipse con mejor comodidad. Llegó la hora anunciada y los cálculos se cumplieron con exactitud. Durante el eclipse, la inquietud llena toda la naturaleza, como me hizo observar mi padre. Para animales y plantas el eclipse es una contradicción, como si de repente las fuerzas naturales que gobiernan su vida fallaran. Comprendía que el hombre tiene en la ciencia un instrumento poderoso de de previsión y dominio. En recuerdo de aquellos hechos vividos, en la Plaza Mayor de Ribabellosa se colocó en Agosto de 2.011, un reloj de sol, como homenaje a Warren de la Rue. Es un modelo de reloj de sol cilíndrico y de tipo ecuatorial. Las líneas horarias están inscritas en el interior de un cilindro paralelo al ecuador terrestre y el gnomon está formado por una varilla que cruza el eje de ese cilindro. La varilla del gnomon está colocada en línea con el meridiano de Ribabellosa. Las coordenadas geográficas del lugar de instalación son: 42º 42´ 44.19´´ N 02º 55´ 06.24´´ W Altitud sobre el nivel del mar 483 m Los cálculos para la fabricación y colocación del reloj los ha realizado Javier Martín Ferrero, integrante de la Asociación Astronómica Mirandesa «Orión» y la realización material del mismo ha corrido a cargo del grupo de amigos de Ribabellosa Ribera Baja y el apoyo incondicional de la Junta Administrativa de Ribabellosa.

PLAZA DE LOS FUEROS
La Plaza de los Fueros de Ribabellosa, donde se pueden contemplar tanto las placas recuerdo a la constitución o celebración de las primeras Juntas Generales de Álava, así como el reloj de sol homenaje a Warren de la Rue, está presidida en la actualidad por el moderno edificio del Ayuntamiento de Ribera Baja, y en su centro un popular Juego de Bolos. Pero también hay otros edificios dignos de admirar, y para ello nos dejamos llevar sobre lo que de esta Plaza escribió Micaela Portilla.

Cierra el frente Norte de la plaza la CASA BLASONADA DE LOS SANTA MARIA, edificio que ennoblece y caracteriza este frontis. Tiene una torre central, con la puerta adintelada, un balcón sobre ella y una hermosa galería con cuatro arcos de medio punto en la planta superior. El escudo principal del edificio muestra una banda cargada con la leyenda “CREDO IN UNUM DEUM”, en lo alto un castillo con tres torres almenadas al remate, águila pasmada en lo bajo y ocho sotueres en bordura, armas de los Pinedos de Ribabellosa, según algunos genealogistas. Sobre una ventana de la misma fachada se encuentra un escudo menor, partido, con un árbol ebrancado –arrancado y con sus raíces visibles-, en la partición primera, y las trece estrellas salazariegas en la segunda. Según nos desvela, Juan Vidal Abarca, originariamente, la torre fue fundada y propiedad de los Guinea, que provenientes del pueblo alavés de Cárcamo (Valdegovía), se establecieron en Ribabellosa a finales del siglo XVI, y fueron una de las principales familias de Ribabellosa. Estos Guinea tuvieron un mayorazgo en Villamaderne (Valdegovía), fundado por un pariente apellidado Salazar, por lo que se solían hacerse llamar casi siempre Guinea-Salazar. Posteriormente, y por la unión de los Guinea con los Montoya, a principios del siglo XVIII, dio origen a la colocación de su escudo en una capilla de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, capilla adquirida en 1622 por D. Pedro de Guinea. A la izquierda de la Plaza, en el lugar del actual Edifico del Ayuntamiento, se encontraba la iglesia medieval de San Martín. Existía ya en 1099, momento en que aparece en el fuero de Miranda. Entre los territorios e iglesias que el rey Alfonso VI otorgaba a la nueva villa, “en paz y en bienandanza temporal”, se citaba “en Ribabellosa catorce solares junto a la iglesia de San Martín, seis encima de la calle superior y ocho entre la calle del medio y la calle inferior y la mitad de la iglesia”. Esto parece indicar que Ribabellosa estaba entonces bien poblada, formando un núcleo de tres calles con la Iglesia de San Martín al centro. Como el lugar más habitado del alfoz, Ribabellosa, Ribabellosa pagaba entonces el tributo de dos rejas al Monasterio de San Millán, aportación correspondiente a veinte casas según el cómputo del Voto. En 1737 la vieja iglesia de San Martín, entonces reconvertida en ermita, servía de escuela de niños, uso que, por irreverente, prohibía el visitador de aquel año. En la visita pastoral de 1.760 el obispo la encuentra arruinada, según dice textualmente en el acta de la visita y por ello mandaba que se demoliese enteramente para reparar la otra parroquia, entonces ermita de San Juan. En 1.792 el prelado visitador la encontraba ya derruida.

ANTIGUO HOSPITAL
Dentro del Casco Urbano, y en el mismo eje principal de la plaza, saliendo en dirección Comunión se encuentra la casa que fue hospital de la villa, señalada con el número 27 entre los actuales edificios. Nuevamente nos hacemos eco de lo que sobre ella escribió la historiadora Micaela Portilla. Se trata de una construcción de mampostería de comienzos del siglo XIX, con la puerta principal adintelada y una cruz incisa en su jamba izquierda, ventanas enmarcadas en buena sillería y tejado de cuatro vertientes. Esta casa fue reedificada en 1819, después de que el antiguo hospital hubieses sido demolido y quemado “con las ocurrencias de la guerra última”- la de la Independencia- según se lee en el Libro del Hospital conservado en la Parroquia. En aquel año se pagaba el trabajo de derribar “los residuos que habían quedado del hospital, sacar el escombro y abrir los cimientos para el nuevo edificio”. Este hospital tuvo larga historia en la vida de la villa. Se documenta ya en el siglo XVI, poseyendo varias heredades y seis fanegas de trigo de renta anual. Estaba a cargo de hospitaleras, algunas de las cuales conocemos hasta con sus nombres, y poseía en el siglo XVIII, aparte de la casa antigua “con su solarcillo a la parte del aire solano”, “ocho heredades de tierra blanca y pan traer”. En 1760 tenía tres camas y en 1797 contaba con fondos suficientes para dar en censo trescientos ducados a la parroquia, a fin de que pudiese continuar la obra del actual campanario; realizaba otros préstamos a favor de la iglesia, e incluso ayudaba al pueblo y a su vecindario a costear las “contribuciones, raciones y otros varios gastos” ocasionados por las guerras contra los franceses. Aunque el hospital de Rivabellosa recibía enfermos, se registran en él defunciones, pagos al cirujano e incluso la acogida a una embarazada durante su parto y convalecencia. Era sobre todo un lugar de paso de transeúntes enfermos, a los que se prestaban las atenciones inmediatas de comida, alivio y descanso, se les conducía en cabalgadura o en un carro a los hospitales de Miranda o Estavillo, seguramente mejor dotados para el cuidado de sus dolencias. Generalmente pasaban por este hospital y recibían en él las ayudadas indicadas, entre treinta y cincuenta pobres transeúntes cada año, según las cuentas de sus mayordomos.

ERMITA DE SAN JUAN Y LA MAGDALENA
Ribabellosa era la última localidad alavesa por donde pasaba la ruta jacobea que venía desde Canfranc o Roncesvalles, entraba en territorio alavés por el túnel de San Adrián, y tras pasar por Vitoria y La puebla, abandonaba nuestro territorio por esta localidad. Curiosamente, este camino entraba en Ribabellosa por la antigua parroquia de San Juan, hoy Ermita de San Juan y la Magdalena, dominando desde su altozano la villa, y atravesaba ésta pasando por la desaparecida parroquia de San Martín, situada en el centro del pueblo, y dejando el hospital a la izquierda, salía de Ribabellosa por el puente sobre el Bayas, próximo al lugar donde se encontraba la primitiva ermita de la Magdalena, en los caminos hacia Miranda y Comunión. La Ermita de San Juan y la Magdalena es un edificio de estilo gótico, pudiéndose fechar algunos de sus elementos constructivos en el siglo XV, como el ventanal de la cabecera, y otros pudieron ser de una edificación anterior como los canes del costado norte. El interior se reconstruyó en 1.806 por el maestro de cantería y albañilería Nicolás de Ullibarri, con motivo del traslado a esta iglesia del culto de la ermita de La Magdalena, para entonces ya demolida. Presiden la cabecera de este templo las imágenes de Cristo Crucificado, otra de San Juan Evangelista, y otra, la mejor, de María Magdalena, dorada y policromada, imagen barroca del siglo XVIII, con el pomo de los perfumes en su mano izquierda y la derecha ante el pecho. Junto con la desaparecida de San Martín, se citan como parroquias en la vista pastoral de 1.556, y como lugares ambos de enterramientos en la vista de 1.616. Las dos perdieron su categoría parroquial en el siglo XVII, al ser sustituidas por la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, desde entonces parroquia única de Ribabellosa. Aún así consta en el Libro de Difuntos que continuaron los enterramientos en ambas parroquias hasta que la nueva del Rosario quedó totalmente habilitada en la década de 1.660. Cien años después, en 1.760, se hallaban en tal mal estado, siendo ya ermitas, que el obispo ordenó la demolición de la de San Martín y con sus restos reparar la de San Juan. A la salida de Ribabellosa se encuentra el puente sobre el Río Bayas, posiblemente de origen medieval, y cerca de él, a la orilla derecha del río, estaba la Ermita de La Magdalena, casi seguramente medieval y documentada ya en 1.566, y no se conserva resto alguna a excepción de su imagen que preside la cabecera de la actual de San Juan y La Magdalena. Aquella Ermita de La Magdalena, era muy devota con una cofradía y cultos regulares en ella, y recibía muchos mandatos testamentarios de los vecinos de Ribabellosa, y tenía alrededor terreno propio y otras siete heredades más para su mantenimiento y el culto de la santa. En 1792, el obispo ante el maltrecho estado en que se encontraba la Ermita, ordenó su demolición, y junto con la venta de sus terrenos y materiales sobrantes y los de la parroquia de San Martín, se edificase una nueva ermita en Ribabellosa. En 1.804 se obtuvieron 600 reales con la venta de los despojos. Como hemos visto no se cumplió la orden, sino que en 1.806, se reparó la antigua de San Juan para el traslado a ella de la imagen de María Magdalena y de ahí su nombre actual de Ermita de San Juan y La Magdalena.

PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
La parroquia de Ribabellosa, titulada Nuestra Señora del Rosario, data su construcción a finales del siglo XVI, y a lo largo de todo el siglo XVII, entre el bajo renacimiento y el primer barroco. La construcción se pudo realizar gracias a los fondos económicos aportados por la Obra Pía fundada por el clérigo D. Francisco Sáenz de Pobes en su testamento de 1.574. Se trata de una iglesia exenta, de planta de cruz de una nave con tres tramos, crucero y cabecera diagonal. Adosada a esta última torre campanario. Existen varias capillas adosadas a la nave que le dan más anchura en el interior. El pórtico es de piedra de sillería cubierto de bóveda apeada en pechinas decoradas con motivos geométricos. De línea elegante su portada refleja la sobriedad del último renacimiento romano. Tras él, la portada de arco de medio punto se enmarca en entablamento con frontón triangular partido y columnas toscazas. El coro se construye sobre los arcos rebajados sobre pilastras situados a los pies. El templo de piedra de sillería también, tiene su cabecera poligonal de bóveda de aristas convergentes en el centro de la misma, y una sola nave de tres tramos con cubierta de lunetos. Dos capillas abiertas a ambos lados en el primer tramo ensanchan este espacio en forma de cruz. A la finalización de su construcción en 1.664-1-665 se trasladó el sacramento desde las antiguas parroquias de San Juan y San Martín, entre grandes festejos y danzas de doncellas, según refleja la documentación parroquial. La capilla al lado del Evangelio, se vendía en 1.662, antes de finalizar la obra, a Dª Catalina Ortiz de Lazcano y Gordejuela, estuvo dedicada en su origen a San Juan Bautista y hoy a San José. En su frontis un escudo cortado que lleva en lo alto una cruz cantonada por panelas con una en el centro, armas de los Gordejuelas y, en lo bajo, el creciente y las estrellas de los Lazcanos. Acompañan al escudo dos inscripciones, una loa al Sacramento y a la Inmaculada Concepción, y otra el nombre de quien dotó la capilla, el bachiller D. Juan Ortiz de Gordejuela y Lazcano. Conserva su retablo del siglo XVII, con un relieve del bautismo de Jesús. A la derecha, la capilla dedicada a la Purísima Concepción, se vendía también, en 1.662, a D. Pedro de Guinea. Lleva su escudo con dos lobos con llaves en la boca, armas de los Guinea, las panelas de los Montoya, las trece estrellas de los Salazar. Preside el retablo barroco, entre columnas salomónicas, una imagen de la Inmaculada. La tercera capilla, de Nuestra Señora de los Remedios, cuya imagen medieval del siglo XIV preside hoy el retablo mayor, a donde se trasladó no hace muchos años, y muchos vecinos recuerdan la imagen en esta capilla. La sacristía data de1.729. El retablo mayor proyectado en 1.730 por D. José López de Frías, obra rematada por D. Jerónimo de la Revilla, pero por fallecimiento de éste no pudo realizarse hasta 1.741 por D. Joaquín de Roqueñi. Las imágenes proceden de sus antiguas parroquias como son las imágenes renacentistas de San Juan Evangelista y San Martín, fechadas en el siglo XVI. Las tallas barrocas de la Magdalena y San Miguel representan a los santos titulares de ermitas que estuvieron en Ribabellosa. El altar barroco es de 1.747, bajo la dirección del mismo Roqueñi, y ejecutado por el maestro, Manuel Moraza. Después del renacimiento y del barroco, el neoclásico terminó de marcar esta iglesia con la construcción de su campanario en 1.796, debiendo esta obra al arquitecto vitoriano Nicolás de Aramburu, con su compañero Francisco Ibáñez. La Torre Campanario adosada a la cabecera es de planta cuadrada y cubierta con cúpula de piedra y linterna. A partir de entonces la torre de Ribabellosa aparece como un elemento esencial en el paisaje del río Bayas y su entorno.

PUENTE SOBRE EL RIO BAYAS
A la salida de la Villa, dirección Comunión, se encuentra el puente sobre el Bayas, que la historiadora Micaela Portilla lo sitúa posiblemente como de origen medieval, aunque muy modificado en la construcción actual de sus cuatro arcos de medio punto. Por él cruzaba el río el “Camino Real de Postas de la Corte a la frontera francesa”, que, desde Miranda, entraba en Ribabellosa para seguir por Armiñón y La Puebla hasta Vitoria. Al igual que el de Armiñón este puente quedó abandonado por resultar estrecho para el tránsito de arteria tan importante y fue sustituido por el construido en término de Miranda, más capaz para cubrir las exigencias de la ruta. Según se describía este puente en el Mapa de “todos los Puentes, passos caminos y calzadas” de la Provincia, formado en 1744, dos décadas antes de la construcción en 1765 del nuevo Camino de Postas, era una obra de “cal y canto con quatro ojos con sus antepechos”, “Passo real preciso desde el Reyno de Francia por esta Provincia para Castilla, Corte de Madrid y otras partes, por el cual se ha introducido el continuo uso y Carrera, a causa de hallarse intransitable el Camino antiguo de el monte de dicho lugar hasta el Puente de Bayas, así por lo barroso y la mala calidad del terreno, como por las diferentes Fontanas caudalosas de agua que nuevamente han aparecido y descubierto”. Según lo exponía la Villa de Ribabellosa a la Provincia, en 1787, una crecida “lo desbarató en bastante porción, y por la pronta providencia y peligro en que se hallaba, determinó el pueblo su composición, lo que costó de oficiales piones y yugadas, trescientos sesenta y cinco reales”. El 20 de noviembre de 1790 se informaba sobre el estado del puente, “muy deteriorado”, en especial “a la parte de la ermita de la Magdalena”; “asimismo, continúa el informe, se hallan destruidos todos los antepechos de los coches y carromatos, a causa de hallarse este puente mucho estrecho. Por esta causa dejó de utilizarse como paso del Camino Real. Cerca del puente, a la orilla derecha del río, se encontraba la Ermita de la Magdalena., seguramente también medieval en su origen y documentada desde 1556, donde hoy encontramos una pequeña área de esparcimiento.

PATRIMONIO QUE SE PERDIÓ
Aparte de las dos parroquias de San Martín y San Juan, ésta última hoy transformada en ermita, la visita pastoral de 1556 registraba los nombres de tres ermitas dedicadas a San Miguel, San Felices y Santa María Magdalena, la única cuyo culto pervive en el edificio de la antigua parroquia de San Juan, hoy ermita de San Juan y la Magdalena. La ermita de San Miguel se situaba a la entrada de la villa y conserva su recuerdo en la toponimia del lugar. La existencia de la ermita de San Felices se conserva también, a través de los topónimos llamados Saelices y La Cuesta de Saelices, registrados en el apeo de 1600 que se conserva en los libros de la parroquia. En el límite entre Ribabellosa y Bayas, la existencia del Alto de Santa Marina, señala la presencia de una ermita dedicada a la santa, documentado en 1.599. Existen otros remotos vestigios documentales de iglesias muy antiguas ubicadas en el entorno de la villa. El monasterio de San Millán de la Cogolla registra la existencia en el año 1070 de dos templos dedicados a Santo Tomé y San Cristóbal. En ese año, la noble Doña Leguncia, ofrecía a San Millán el monasterio de Santo Tomás Apóstol en “Ripavellosa”, con su divisa, huerto y varias viñas, una en “Piedra Horadada”, dos junto a San Cristóbal, y otra heredad al camino que conduce a Álava. En el mismo documento figura el nombre de un señor solariego, Álvaro González de “Ripavellosa”, oriundo de este lugar. En el ángulo Sureste de la Plaza de los Fueros, justamente en la actual casa sita a la derecha del Centro Social, se encontraba hasta el año 2.007 restos de una vivienda gótica con ventanas gemelas de arcos apuntados biselados en su perfil, y labrados en un solo sillar, algunas con los maineles desaparecidos. La casa se podía fecharse en el siglo XIV por los elementos descritos. Seguramente la casa más antigua de Ribabellosa.

Autor: Juan Carlos Abascal

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