Igai

La antigüedad documental de Igai se remonta al siglo XI, al ser mencionado en la Reja de San Millán. Sin embargo, en su término jurisdiccional, junto al río Bayas, se tiene noticia del denominado Dolmen de los Andrinales,  uno más de los numerosos restos o yacimientos prehistóricos que se encuentran junto a las orillas del río Bayas, en su curso bajo. Demográficamente Igai ha seguido en este siglo las pautas de la gran mayoría de las localidades alavesas, es decir, ha sufrido una regresión poblacional, siendo más acusada a partir de la puesta en escena del desarrollo industrial de las tres últimas décadas, llegando a reducirse su población a la mitad. Entre los años 1930 y 1960 la población de este lugar permanece inalterable al contabilizarse 36 personas, en ambos censos. Por contra, el censo de 1993 adjudica tan sólo 17 personas como sus habitantes.

Se asienta en paraje irregular, colgando sobre la orilla izquierda del río Bayas. Su altitud media es de 549 metros.  El corto caserío de Igai se presenta concentrado sin atender a un esquema urbano predeterminado sino que más bien es efecto de un desarrollo espontáneo, teniendo al camino procedente de Ribabellosa como eje canalizador de la mayor parte de las edificaciones de esta población. La conexión de 2 ó tres unidades labriegas a través de sus distintos cuerpos compositivos dan lugar a unas complejas agrupaciones con una movida y mudable composición volumétrica, múltiples planos y diversificación de materiales. Una buena parte del catálogo de las construcciones de tipología auxiliar ocupan posiciones periféricas, constituyendo un irregular anillo que ciñe al edificio doméstico. Las construcciones auxiliares periféricas se presentan exentas y acompañadas de la tradicional era o zona de trabajo, con muchas de aquéllas en un estado precario y con estas últimas, hoy abandonadas e invadidas por una incontrolada vegetación matórrica.
Igai se encuentra deshabitado en algunos meses de invierno, ocupado tan sólo los fines de semana.